Para cualquier patrón de una empresa, cuando contrata a un nuevo elemento, una de las promesas es que esa persona llegará para solucionar problemas y mejorar las condiciones en las que se encuentra la organización.
En los Gobiernos, una mala costumbre que prevalece es culpar al pasado y a quienes ocupaban la silla, para así argumentar que las cosas no funcionan en el presente y que tristemente nunca cambiarán.
Lo vemos a nivel federal con un Andrés Manuel que, a 4 años en el poder, sigue culpando a conservadores, opositores y detractores de todo lo malo que pasa, excusándose así de no cumplir las metas por culpa de los que hicieron mal la chamba.
¿Pero, que no dijo que era fácil y que no tenía tanta ciencia gobernar? Si hubiera sido así como mencionaba, muy pronto hubiera metido en cintura a todas y todos los malechores a los que sigue ‘abrazando‘, muy rápido estarían frente a un juez los que pretendían robar con el aeropuerto que decidió cancelar o ya estarían en la cárcel algunos ex Presidentes que siguen viajando felices por el mundo.
Hablar por hablar se ha convertido en el deporte nacional, más fuerte que el futbol, sin buscar realmente responsables y que estos sean perseguidos. Se ha convertido la política en un ‘Reality Show‘ o programa de revista donde es más importante el sensacionalismo y que el bienestar real de la gente que a diario le cuestan más las cosas.
En el Estado no se ‘cantan mal las rancheras’ y hasta spots de televisión hay culpando al Gobierno del Bronco por la mala planeación del agua y el pésimo servicio del transporte.
Así como lo lee, hasta comerciales con buena producción para hablar del mal del gobierno del pasado para lucir como Poncio Pilatos, lavándose las manos (¿pero con cuál agua?).
Es una realidad que la bomba que le estalló a Samuel García en las manos es de esas fortuitas que no muchos pueden planear con claridad y que solo se puede culpar a la Madre Naturaleza, pero lo que es un hecho es que el problema le pega duro en la sensibilidad de la gente por ser un recurso vital.
Para el joven emecista habría sido una oportunidad de oro para rodearse de los mejores expertos y encontrar las mejores soluciones para dar certidumbre a la gente.
Y las soluciones incluyen sentarse a la mesa con todos los actores, líderes, diputados, jefes de bancadas, gente de otros partidos y fumar la pipa de la paz por Nuevo León, en vez de buscar confrontaciones y mirar al pasado.
Triste es ver que las esperanzas están (y lo ha dicho) en clavar cuchillos para que llueva y el problema se arregle.
Triste es ver a un estado súper potencia en una crisis que no se previó, evidentemente, pero que tampoco se ve que tenga en la mesa algunas alternativas disruptivas, diferentes y eficaces para abatir el problema de la falta de agua en Nuevo León.
Hace unos días, el periodista Gregorio Martínez, de Televisa Monterrey, entrevistó a Jaime Rodríguez sobre el tema del agua y sobre como el Gobierno de Samuel García tenía una campaña orquestada para culparlo a él y a su equipo por la situación que estamos viviendo.
Vía telefónica, desde su domicilio, El Bronco dijo que en su sexenio nunca hubo cortes y dejo ver entre líneas que el problema estaba en que García no supo manejar correctamente los hilos que mueven a la gente que controla la administración del agua.
¿Será que a Samuel García le faltó liderazgo político para tratar a los que controlaban el movimiento de las aguas y presas en el Nuevo León? ¿Será que le tocó las “mala suerte” que las presas se secaron justo cuando tomó el poder?
Son preguntas sin respuestas que esperamos se resuelvan algún día, aunque sea a ‘cuenta gotas’. ¡Hasta pronto!.