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Tolerancia a la frustración, una habilidad que viene desde la cuna

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El comportamiento de una persona ante los problemas cotidianos, determinan cómo fue su infancia.

El pasado fin de semana, Antonio Brown, receptor de los Bucaneros de Tampa Bay, fue despedido por abandonar el campo durante un partido, algo catalogado como berrinche.
Esto, aunado al largo historial de comportamientos inapropiados de este deportista profesional, llamó la atención de la gente, incluso de la comunidad médica.
Y es que aprender a enfrentar la frustración es algo que se debe de practicar desde recién nacidos, de lo contrario la persona puede enfrentar ciertas dificultades a lo largo de su vida.
La Psicoterapeuta, Isabel Cristina Sánchez Treviño, de la Universidad Autónoma de Nuevo León y que también colabora con la Secretaría de Educación del Estado, considera que este tipo de educación debe fortalecerse a muy temprana edad.
“Es desde bebés, cuando lloran y piden su alimento; hay mamás que se apresuran a dárselo y es cuando se le empiezan a facilitar las cosas a la persona.
“Uno como padre quiere que sus hijos no sufran o no batallen en nada y eso va evitando que desde niños aprendamos a lidiar con la frustración”, explicó.
La personalidad tiene mucho qué ver con la formación en casa, si los padres no tienen la habilidad de tolerancia a la frustración ante situaciones simples de la vida o desisten ante obstáculos convencionales van heredando este patrón en sus hijos.
“Todo el aprendizaje va de la mano con la práctica, se va a dar sobre la marcha, en casa debe haber reglas y si no se consiguen ciertas cosas, hay que volver a intentarlo, apoyar al menor a encontrar soluciones.
“La tolerancia a la frustración viene desde casa, no se trata de resolverle todo al niño, tenemos que aprender con la dificultad, con el fracaso, no que todo nos salga bien porque luego no estás preparado para la adversidad”, indicó la especialista.

Antonio Brown, ex jugador de Tampa Bay.

El comportamiento de Antonio Brown es posiblemente desarrollado desde pequeño, la falta de atención y resolver sus problemas primarios desencadenan en una personalidad así.
En el norte de México, se lleva una vida más acelerada que en otras partes, tener más de un trabajo, clases extracurriculares, etcétera, pueden llevar a que los padres traten de resolver los desafíos de los menores con tal de hacerlo más rápido y ganar tiempo.
Sin embargo, esto va formando el carácter del individuo que al enfrentarse con una situación real de la vida, que él tiene que resolver, no sabrá como hacerlo.
“Nos caracterizamos por el acelere de la ciudad y así es que traemos a los niños, pero a veces se les va la infancia en el acelere, no les queda tiempo para nada.
“Se van acostumbrando (los niños) a obtener todo de inmediato, a todo fácil o que todo tiene que salir bien, porque así se lo fueron resolviendo y cuando no le sale algo, abandona la tarea”, indicó la Psicoterapeuta.

Mala competencia
Históricamente en México, hay la cultura de competencia, exigir el primer lugar en la escuela, que seas el mejor de tu equipo, terminar antes que nadie el examen, pero esto no siempre es bueno.
“Estamos acostumbrados a la competencia, pero a una competencia no muy buena, en México siempre pedimos los primeros lugares o siempre ser el número uno, pero también hay que aprender de las caídas.
“Lo metacognitivo se da con la práctica, volviendo a hacer las cosas cuando nos equivocamos o nos salen mal, tener la paciencia para hacerlo, un buen ejemplo es armar un rompecabezas en familia, así los menores irán aprendiendo a tener calma al resolver problemas”, explicó la Máster en Psicología.

Psicoterapeuta Isabel Cristina Sánchez Treviño.

Depresión y agresividad, síntomas latentes
El receptor de los Bucaneros, ha manifestado su falta de manejo a la tolerancia al pelear con compañeros de equipo, salirse del campo a medio partido e incluso de demandar a la liga por no permitirle usar su casco, mismo que no cumple con las medidas de protección actuales.
Una persona que reacciona así, trae arrastrando una serie de situaciones desde la niñez, que desemboca en depresión y agresividad.
“Un adulto que no sabe manejar la frustración va a abandonar fácilmente un trabajo, busca algo donde no batalle o más sencillo.
“Tiene una tendencia a deprimirse porque las cosas no le salen, es muy desesperada, quiere las cosas sin tener paciencia y llega a tornarse agresivo”, añadió Sánchez Treviño.
Pedir ayuda psicológica al ver conductas de alerta con los niños beneficiará en mucho cómo se desarrolle en la edad adulta, por lo regular en una terapia se trata primero a los padres para saber de dónde pudieron originarse los problemas del menor.
En la mayoría de las escuelas de Nuevo León se cuenta con ayuda psicológica y acudir ahí o con algún particular puede mejorar la calidad de vida de las personas.

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