Ante el cierre de los gimnasios por varios meses, hubo quienes no se quedaron cruzados de brazos y continuaron con su profesión ofreciendo servicio personalizado.
“Nos vimos en la necesidad de probar esta nueva forma de ayudar a que la gente se ejercite, ha funcionado bien, lo han aceptado bien y creo que va a seguir creciendo esta modalidad”, indicó Ray Martínez, entrenador certificado.
Hasta mayo de este año, Martínez trabajaba para una cadena de gimnasios muy importante de la ciudad, sin embargo, la limitación en el aforo del lugar hizo que todos los entrenadores empezaran a tener turnos reducidos o de plano días completos sin trabajar.
“Lo malo es que, si no trabajas, no te pagan, hubo una semana en la que sólo pude trabajar dos días y pues es muy poco y luego ordenaron cerrar todos los gimnasios y ya nadie trabajó.
“Aguanté hasta donde pude, si nos estaban apoyando con algo de dinero, pero no completábamos y no se veía para cuando iba a mejorar la situación”.
Nuevas ideas
Ante este “golpe”, él como otros entrenadores, empezaron a buscar alternativas y de a poco empezaron a dar resultados.
Algunos empezaron a dar clases en las plazas públicas y cobraban por sesión, 20 pesos y la gente empezaba a responder, pero conforme se fue agravando la situación de los contagios la gente se empezó a alejar.
“Hubo quien daba clases en las plazas o parques públicos y reunían a un grupo de personas a hacer algunos ejercicios, pero tampoco era lo mismo, a algunos clientes les servía eso, pero otros necesitaban de algo más profesional, sobre todos los que ya tenían mucho tiempo de entrenarse”.
“Algunos empezaron a ofrecer entrenamientos a domicilio, pero no era lo mismo, no podía llevar equipo grande para hacer algunos tipos de ejercicios y pues a algunos clientes eso no les parecía bien”.
Entonces empezó la ‘lluvia de ideas’ y alguien dijo “Un amigo acondicionó su casa como gimnasio y empezó a invitar personas, atiende de uno en uno y la gente si va”.
A Martínez se le ocurrió que podía hacer lo mismo, tenía algunos aparatos en casa, podía conseguir otros y con el tiempo era posible acondicionar bien el patio trasero de su vivienda para hacer su mini gimnasio.
“Instalé algunos aparatos en mi casa, es un espacio mucho más reducido que un gimnasio convencional, pero hay todo lo necesario para las rutinas de cualquier persona.
“Son sesiones de 50 minutos, por lo regular es una sola persona a menos de que sean unos novios o amigas se puede hacer el trabajo con dos personas”.
Los clientes llegan a la hora programada, se sanitizan, se les toma la temperatura y empiezan con el entrenamiento, al terminar el tiempo se vuelven sanitizan y salen del lugar sin tener contacto con otras personas, solamente con el entrenador.
“Cada que se va un cliente, se aplica desinfectante a todos los aparatos se limpia muy bien todo, y el lugar queda listo para recibir al siguiente cliente”, explicó Martínez.
Pensando a futuro
El negocio es prometedor, pero aún clandestino, para acondicionar un lugar como gimnasio debes de cumplir ciertos requerimientos de espacio, servicio de sanitarios, área de vestidores, regaderas, entre otros.
“No, definitivamente no cumplimos con todo lo que nos pide la autoridad para trabajar como gimnasio, por eso empezamos sólo con amigos, conocidos, vecinos, pero ellos mismos fueron corriendo la voz, ahorita me habla gente que no conozco preguntándome por el servicio.
“He llegado a tener ocupada toda la semana, los clientes están contentos, lo manejan como que van a entrenar con un amigo, pero nunca lo promovemos como gimnasio, ni ponemos anuncios, nada de publicidad”, señaló el entrenador.
Consciente de que en cualquier momento alguien puede denunciarlo y tener un problema con las autoridades, Martínez se sincera.
“Somos un grupo de amigos que cada quien en su casa da este servicio, todos somos entrenadores certificados y estamos haciéndonos de equipo, de clientes y planeando a futuro abrir un gimnasio completamente legal.
“Sí, es una inversión importante, pero podemos empezar con algo pequeño, cubrir los requisitos que nos piden (la autoridad) y empezar con ese negocio”.
Así es como se han ganado la vida muchas personas como Ray, quienes se vieron imposibilitados de seguir trabajando como de costumbre, pero se reinventaron para seguir viviendo de lo que tanto les apasiona, el deporte.